


Tras un análisis objetivo sobre la evolución de la mujer y el hombre como seres diferenciados por su condición, concluyo que las raíces de la desigualdad de género habitan en la educación y en los estereotipos de épocas anteriores, los cuales reforzaban la idea de que la mujer era un ser frágil, que debía ser cuidado, rescatado... un ser con unas capacidades relegadas al hogar y a la familia. El análisis de juguetes, lenguaje, cine, religión, publicidad y roles hogareños, nos cuenta que aprendimos esos valores y los interiorizamos profundamente en unos ambientes teóricamente tan seguros y llenos de confianza como son el hogar o la escuela. La escena persistió, porque el hecho de que esa debía ser la realidad venia inculcado desde muy temprana edad y bombardeado por todos los medios imaginables. Se encuentra en el pasado, la realidad más penosa para la condición femenina y es el presente, víctima de su evolución y consecuencias. La mesa simboliza el hogar, un lugar de reunión donde los niños tenían la oportunidad de aprender de sus padres y de los roles que debían coexistir en el núcleo familiar. Es un lugar lleno de contrastes y el espacio donde se presenciaban situaciones llenas de comentarios estereotipados y comportamientos que reforzaban el carácter de los niños, que posteriormente serían esos adultos protagonistas de una realidad no igualitaria. La mesa, igual que la vida, les espera para ofrecer a cada cual el papel que le pertoca según su edad o condición.
La instalación consta de una mesa de comedor antigua, rodeada de cuatro sillas, dispuestas para que se sienten cuatro miembros de una familia; la madre, el padre, el hijo y la hija. La oscura escena se encuentra iluminada por una bombilla de luz tenue y aspecto lúgubre. El lugar que corresponde a cada uno en la mesa, está lleno de escritos dirigidos al comensal, que aunque cotidianos y aparentemente inocentes, llevan un mensaje subliminal machista. Mensajes que todos hemos oido o que nos han dicho en muchas ocasiones durante nuestra vida. En cada una de las cuartro sillas hay un collage de fotografías antiguas de escenas cotidianas, retales publicitarios, e incluso, en la silla de la madre, por la parte trasera, hay una copia completa de “La guía de la buena esposa” publicada en 1953. Todas ellas exibiendo la estereotipación de sexos y explicándonos la realidad de la época.